Mosca. Golpea contra el cristal. En movimiento zigzageante. Una y otra vez. Siempre el mismo cristal. Siempre la misma forma de búsqueda de evasión. Y siempre el mismo resultado. El "pop" del golpe de su cabeza contra la ventana. Detrás, una puerta abierta, que lleva a otra habitación plagada de ventanas abiertas que dan al espacio abierto, balcones que te llevan al exterior, puertas que te llevan a las afueras. Pero la mosca golpea una y otra vez el mismo cristal desde el que ve su supuesta ansiada libertad. Uno y otro intento. Una y otra vez. Tan mosca.
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