martes, 30 de noviembre de 2010

Perdida de control

Algo habremos hecho mal, susurro mientras miraba su despido. El jefe con el documento en mano le amenazaba con ejecutarlo si no conseguia el número de ventas semanal exigido. Quedaban 2 horas y tenía que vender dos packs de comida precocinada a alguno de los restaurantes de la ciudad. Tomás penso en las angiospermas, el jefe le miraba olvidado ya de su presencia, penso en los peces catadromos, es tu ultimo aviso, penso en la gestión de residos solidos urbanos, el jefe deposito su despido en la mesa y con un de ti depende arrastrado le dejo en su mesa que ahora parecia un glaciar, sumido en su botanica general. Tomas recordaba sus años de la carrera de biología, sus practicas de campo, sus estudios, sus trabajos, sus proyectos. Cerró los ojos y le picaron fuertemente como cuando hace dias que no duermes. Miro el despido sobre la mesa, solo pendiente de su firma, miro el telefono gris sobre su mesa. Miró a su jefe, caminando con prepotencia a lo largo del despacho, departiendo ordenes entre sus empleados. Su jefe, el nieto del dueño de la empresa, empapado de confianza se movia entre las mesas con desparpajo y estudiada indiferencia. Miro las caras frustradas de sus compañeros, los ademanes dictatoriales de su jefe, miró el despido. Descolgo el telefono lentamente marcando el siguiente telefono de la lista de los hoteles pensando en que momento habiamos permitido que todo se nos fuese de las manos.

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